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La grandeza de ser niño

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Niñez. Cinco letras que encierran el período más corto, pero más significativo de la vida.

Ser niño significa ser soñador, imaginativo, creativo, libre, aventurero, risueño, sincero, genuino, enérgico, vivaz, curioso y feliz. La niñez es esa habilidad de mantener la esencia de la vida a flor de piel.

Durante los primeros años de la vida sucede el crecimiento más grande, no sólo a nivel físico, sino también a nivel emocional. Se arraigan las experiencias, emociones y recuerdos que nos acompañarán el resto de la vida.

Muchas veces se comete el error de desear que los niños crezcan rápido. Esto sucede por diferentes razones: para que sean más autónomos, que se desenvuelvan como lo necesitarán en el futuro, que se adapten con mayor facilidad al ritmo de la sociedad, entre otras. Aunque las intenciones son buenas porque se orientan a que obtengan herramientas fundamentales para su vida, sin darnos cuenta, podemos estar robándoles momentos irremplazables.

Las tendencias actuales nos presionan para que los niños encajen en un mismo molde y marchen al ritmo acelerado de una sociedad que se sucumbe ante el estrés. Los niños suelen tener cargas pesadas de tareas, asisten a numerosas actividades extracurriculares, pasan mucho tiempo en el tráfico, se les exige que destaquen entre los demás, que deben ser los mejores, se les compara con los otros… Y así, poco a poco, sostienen una enorme presión sobre sus hombros que ralentiza su crecimiento emocional.

Hoy, es el mejor día para detenerse a reflexionar y enfocarse en lo que realmente importa: su bienestar emocional.

Tu hijo tendrá el resto de su vida para saturarse de actividades, apegarse a una rutina rigurosa y responder a las exigencias de la sociedad; pero sólo tendrá unos pocos años para observar la vida con los lentes mágicos de la niñez.

  • Si tu hijo(a) se frustra por tener demasiadas tareas: compréndelo, busca el apoyo de un especialista educativo que lo ayude a aprender de forma divertida, enfócate en la calidad y no en la cantidad. La meta educativa no debe ser que recuerde mucho pero aprenda poco. La meta educativa debe ser que lo que aprenda lo haga a profundidad y enamorado(a) de aprender.
  • Si crees que tu hijo(a) debe asistir a todas las actividades extracurriculares que sean posibles: reflexiona si disfruta todas esas actividades y si todas son necesarias. Acércate y pregunta qué es lo que más ama de todas ellas y así podrán enfocarse en sus verdaderos intereses, que brindarán motivación y felicidad a su vida.
  • Si quieres que tu hijo(a) destaque para ser el mejor de todos: recuerda que su simple existencia lo hace ser el mejor que la vida pudo regalarte. Cada día, menciona las cualidades que más te enorgullecen de él/ella, recuérdale sus talentos, involúcrate en sus juegos y actividades preferidas, expresa cuanto lo amas.
  • Si comparas a tu hijo(a) con otros niños: reconoce que tu hijo es único. No existe nadie como él/ella, y es justamente eso lo que lo hace ser especial. Respeta su propio ritmo, sus intereses, su personalidad, sus decisiones e incluso sus errores. Procura estar siempre a su lado para que juntos aprendan de cada experiencia y cómo es, en lugar de añorar que sea como otros.

Para que la niñez de tus hijos sea tan grande como lo son sus corazones, regálate la oportunidad de soñar, imaginar, crear, jugar, reír, ser libre y amar como lo hacen ellos. Mientras más memorables sean las experiencias que comparten juntos, más grande será la niñez que lo conducirá a ser un adulto pleno.

Maria Fernanda Jiménez  |   Psicopedagoga   |   e-mail: maferjimenez@potenciare.com

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