Íbamos acelerados por el mundo, cada uno hundido en sus propias actividades, afanes y obligaciones. La carga sobre los hombros nos impedía escuchar esa voz que nos llamaba constantemente para que nos enfocáramos en lo que de verdad importa.
Hasta que un día, súbitamente, la vida nos gritó: “¡PAUSA! ¡Para! ¡Detente! ¡Es tiempo de transformación!”
La voz de la vida se alzó a través de un virus que llegó para recordarnos algo muy importante: el bienestar de cada persona es el bienestar de todos.
Esta pandemia nos ha demostrado que todos estamos conectados, y que los factores que afectan la vida de una persona tienen un efecto dominó sobre todos los demás. El pensamiento individualista quedará atrás y de aquí en adelante, la vida respirará reflexión, solidaridad y resiliencia.
Reflexión porque este tiempo de aislamiento nos está acercando con nosotros mismos y con los que más amamos. Estamos en casa con algunos de nuestros seres queridos y tenemos lejos a otros, pero a la vez, más cerca que nunca. El silencio y ritmo lento de cada día, nos ha hecho reflexionar acerca de la fortuna que tenemos y casi nunca valoramos. Entre la fortuna de los grandes se encuentra salir, movilizarse, trabajar, socializar, interactuar, viajar, conocer, emprender, liderar. Entre la fortuna de los pequeños se encuentra jugar, estudiar, acariciar, descubrir, explorar, correr con libertad. Hoy añoramos esa fortuna y tenemos la certeza que, al recuperarla, la atesoraremos por lo que vale.
Solidaridad porque ahora estamos conscientes que velar por el bienestar individual no conduce a ningún lado. Solidaridad porque hoy nos cuidamos para que los demás estén bien. Solidaridad porque compartimos espacio, recursos y sentimientos. Solidaridad porque para esta epidemia no existen grupos vulnerables, todos somos igual de importantes.
Resiliencia porque tenemos frente a frente a nuestros miedos, ansiedad, incertidumbre y tensión. Nuestra mente se está sumergiendo en aguas desconocidas, que nunca pensamos explorar. Y en ese proceso, estamos encontrando dentro de nosotros la voluntad, determinación, entereza, empatía, bondad y fortaleza para superar esta crisis, no por nosotros, sino por todos y para todos.
Ahora que escuchamos la voz de la vida, hagamos que la vida escuche nuestra gratitud y esperanza al transformar nuestras acciones para demostrarle cuánto la amamos.
¡Juntos saldremos adelante!
Con afecto,
Mafer Jiménez C.