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Nosotros somos la solución

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La lucha contra el contrincante invisible no cesa.

En aquel día de marzo que jamás olvidaremos, nos enfrentamos a nuestros peores miedos y dudas. La vida se paralizó de un día a otro y las restricciones que dictaron de forma obligatoria, nos condujeron al confinamiento para procurar ralentizar lo que hoy está aquí.

Por un tiempo, utilizamos el miedo como debe ser. Como esa alarma que nos permite mantenernos alertas y alejarnos de las amenazas que nos destruyen. Luego, ese miedo se transformó en una tristeza profunda ante tanto dolor, tantas pérdidas, tanta incertidumbre… Para evitar hundirnos en esa tristeza, nos impulsamos en ira y desesperación: “¡Ya fue suficiente!”, “La vida tiene que seguir…” Y seguimos… Pareciera que tomamos la decisión de seguir adelante, sin voltear a ver hacia atrás, convirtiendo todo eso que sentimos en una enorme pandemia de indiferencia.

Dejamos de informarnos porque era demasiado. Dejamos de prestar atención a los números, sin percatarnos que cada número tiene un valor irremplazable, el valor de una vida. Dejamos de encerrarnos porque la mente necesita “libertad”.

Convertimos las distancias y las mascarillas, en letales cercanías. Se nos olvidó cuidar y velar por los demás, porque en nuestros hombros ya hay demasiado por cargar. Con cada acción, nos aferramos a la negación.

Nos enfocamos en buscar culpables en lugar de asumir responsabilidades. Y hoy, sufrimos más que ayer (sin importar el día en el que leas esto).

No contamos con líderes que hagan lo que se tendría que hacer, pero la verdad es que nunca los hemos tenido. Eso me hace preguntarte ¿será que es porque nosotros tendríamos que ser esos líderes?

Tú lideras tu vida, tus decisiones y tus acciones. Ese liderazgo beneficia o perjudica a los demás. ¿Entonces buscas una solución o más destrucción?

No esperemos que nos impongan restricciones. Impongamos el amor y solidaridad como ley.

Cuida de los demás como te gustaría que cuiden de ti. Guarda tu distancia para demostrar el amor más profundo. Aporta lo mejor de ti, como lo hacen los niños, que siempre entregan su corazón a manos llenas.

Ayuda como puedas y en lo que puedas, porque todos abordamos el mismo navío y necesitamos mantenerlo a flote. Y sobre todo, respira fe y esperanza para vivir un segundo a la vez.

¡Nosotros somos la solución!

Sé la solución, para que en un tiempo, la cercanía sea nuestra celebración.

Con afecto,
Mafer Jiménez

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