Con el inicio de un nuevo ciclo, nos planteamos nuevos propósitos. Nuestra energía se renueva y nos sentimos más motivados. Generalmente, nuestros propósitos se relacionan con aspectos económicos, físicos o materiales que deseamos adquirir o incrementar. Sin embargo, ¿cuántas veces nos proponemos mejorar a nivel emocional?
Nuestras emociones son el pilar que sostienen nuestros pensamientos. A su vez, nuestros pensamientos son determinantes en nuestras acciones. Y así, nuestras acciones dictan el nivel de bienestar que manejamos en las distintas áreas de nuestra vida.
Por lo tanto, nuestro principal propósito de Año Nuevo debería ser acercarnos más a nuestras emociones, identificarlas, expresarlas, dominarlas y reenfocarlas para superar los momentos de adversidad con mayor determinación.
Si nos proponemos adoptar el optimismo como la base de nuestra dieta diaria, obtendremos a cambio alegría, calma, entusiasmo y relaciones positivas. Si los pensamientos positivos son la filosofía de la familia, el amor será siempre el centro del hogar.
¿Cómo concretar los sueños que nacieron para hacerse realidad en este año?
- Las metas que deseamos concretar a lo largo del año, no se alcanzan con un esfuerzo aislado. Las metas son el resultado de una suma de esfuerzos constantes y diarios. Por lo tanto, hoy es un buen día para reunirte con tus hijos y pensar cuáles son los pasos que deben dar para concretar cada una de dichas metas.
- Procuren establecer una meta pequeña semanal, que los conduzca a concretar una meta más grande a fin de mes. Y luego, al finalizar cada mes del año, conversen acerca de las metas que lograron alcanzar y las que aún requieren de más esfuerzo para hacerse realidad. Esta conversación familiar, les permitirá identificar los aspectos que están siendo efectivos y los que requieren modificarse. Al final de año, les sorprenderá todo lo que alcanzaron.
- Una de nuestras mayores metas es ahorrar… ¿Qué te parece si este año ahorramos pequeñas alegrías en un fondo de felicidad? Para ello, pueden decorar sus propios “frascos de alegrías”. Estos frascos pueden ser cualquier envase de plástico o vidrio, en el que cada semana depositarán pequeños pedazos de papel en los que dibujen o escriban las fortunas, alegrías y risas que han vivido esa semana. Esto es refrescante para toda la familia, ya que tus hijos y tú, descubrirán que tienen muchas más fortunas de las que se dan cuenta. En la cena de fin de año, pueden abrir sus frascos de alegrías para leer y recordar lo felices que han sido a lo largo del año.
Este nuevo año representa 365 oportunidades de vivir nuestros sueños. Aprovechemos al máximo cada una de esas oportunidades y liberemos al máximo todo nuestro potencial. ¡Feliz año!
Maria Fernanda Jiménez | Psicopedagoga | e-mail: maferjimenez@potenciare.com