¿Con qué palabra defines el 2020?

¡Oye! ¡Cuidado con esa mente! ¡Detente!

Nuestro pensamiento tiene una tendencia al pesimismo y automáticamente nos conduce por los pasajes más sombríos, difíciles y dolorosos de este año.

Es innegable que ha sido un año desafiante, surrealista, agobiante, sin precedentes. El entusiasmo que siempre caracteriza un año nuevo rápidamente cayó en picada, hacia un abismo de miedo, incertidumbre y una forma de vida muy distante a todo lo que estábamos acostumbrados. Es inevitable, que duela. De hecho, es preocupante cuando deja de doler, porque esa capacidad de sentir y preocuparnos por el sufrimiento que atravesamos como sociedad es la única llave que puede ayudarnos a abrir la puerta de salida de esta pandemia.

Pero dentro de cada oscuridad, siempre hay una luz incandescente dispuesta a regalar su brillo con intensidad. Esa luz es nuestra mente, que con un esfuerzo adicional y consciente, puede llegar a enfocarse en todos esos refugios que nos han permitido mantenernos en pie hasta hoy.

Entonces, te pregunto de nuevo: ¿con qué palabra defines el 2020?

Yo defino este 2020 con la palabra “APRENDÍ”.

Aprendí que los planes son dinámicos como el viento, y ante la turbulencia, pueden encontrar un rumbo nuevo, con resultados distintos, pero igual de trascendentales.

Aprendí que todo lo que damos por sentado es lo que más valor tiene y lo que impulsa la vida.

Aprendí que la cercanía no es física, es una conexión de almas que con ingenio siempre encuentra la forma de abrazarse, sin contacto y sin palabras.

Aprendí que el oxígeno de la vida se recarga en la salud, la familia, la paciencia, el amor y la fe.

Aprendí que adaptarse es algo que de lejos parece intimidante, pero cuando es la única opción, resulta espontáneo y natural.

Aprendí que la resiliencia es nuestra herramienta más valiosa en el proceso de construcción de la vida.

Aprendí que las acciones de cada uno, positivas o negativas, siempre impactan la vida de los demás, como una ola que impulsa a otra, sin saber hasta donde parará.

Aprendí que el confinamiento es un estado mental. Las distracciones del mundo exterior muchas veces encierran la mente, y es hasta tener la oportunidad de conectarte realmente con ella, cuando logras liberarla.

Aprendí que la educación siempre será la solución. Mientras podamos seguir aprendiendo, cultivando el pensamiento, descubriendo, investigando, experimentando y creando, vamos a poder sobreponernos a lo que sea, porque existirá la ciencia, la medicina, el arte y todo lo que nos sostiene.

Aprendí que, como sociedad, tenemos un arduo camino que recorrer para llegar a la empatía. Y que es justamente ahí en donde reside la posibilidad de una vida plena.

Aprendí que los niños nos regalan la receta de la paciencia, que consiste en una taza de fantasía, un litro de imaginación, una cucharada de esperanza y dos kilogramos de amor.

Aprendí que la gratitud es un diamante que se pule bajo presión, y cuando logramos acceder a todas sus facetas, la vida brilla como nunca.

Aprendí que los sueños son la fuerza que impulsa el planeta.

Soñemos… Soñemos que esta pandemia cesará. Soñemos que nos esforzaremos por saborear la vida más que antes. Soñemos que volveremos a abrazar a los nuestros. Soñemos que cada aprendizaje conducirá al progreso. Soñemos que la prosperidad regresará, y esta vez con más fuerza y equidad. Soñemos que nos apoyaremos, porque en esta vida todos somos esenciales e importantes.

Soñemos que cada día escribiremos una historia nueva, con las tintas del optimismo y la empatía. ¡Soñemos, soñemos en grande en el 2021!

Con afecto,

Mafer Jiménez C.

e-mail: maferjimenez@potenciare.com