Mamá… Es una palabra pequeña que abriga el significado más grande. La vida empieza como una semilla y es la madre quien será su hogar por siempre. Los brazos de una madre siempre serán el lugar más seguro, cálido y especial en el que se puede habitar.
El amor de la madre representa el alimento de esa semilla. Es un amor incondicional, que no espera nada a cambio. Ama a sus hijos por ser quienes son y tiene una relación única con cada uno de ellos.
Este amor incondicional se observa desde las acciones más “pequeñas” hasta los gestos más grandes. El amor de una madre representa abrigo, seguridad, alimento, aceptación y bienestar, no sólo físico, si no también emocional.
La paciencia de una madre representa la luz que necesita esa semilla para crecer. Una madre sabe reconocer el ritmo individual de cada hijo, y pacientemente le presta su luz para que él/ella misma encuentra la manera de brillar.
Esta paciencia implica desvelos, soporta llantos, cuida enfermedades, escucha atentamente, repite las veces que sea necesario y hace sacrificios incomparables, con tal de ver realizados y felices a los hijos.
La dedicación de una madre es el abono que hace que la semilla se fortalezca. Una madre siempre está ahí, entrega lo mejor de sí misma y, sobre todo, con su ejemplo inspira a sus hijos a crecer y retribuir tanto amor.
El amor, la paciencia y la dedicación es todo lo que un niño(a) necesita para crecer y florecer. Y a su vez, florecer significa hacer realidad los sueños y disfrutar al máximo la vida.
¡Feliz día de la Madre!
Maria Fernanda Jiménez | Psicopedagoga | e-mail: maferjimenez@potenciare.com